Fiesta Presentación Monasterio de Cultura.
Cercanía y entusiasmo. Dos palabras que definen con total exactitud lo que se pudo ver en la fiesta de presentación del Monsasterio de Cultura. Los tres grupos, el stand, la organización y el ambiente en general daban esa sensación agradecida de estar compartiendo cervezas entre amigos. Con ilusión y buenas maneras, como se tienen que hacer las cosas.
Abrieron los talaveranos El Camino, con su stoner de bajo, batería y para qué más. El marco del Círculo de Arte de Toledo, con su alta bóveda situada encima del escenario, realzaba las grandes cualidades de este grupo; la voz de Fredy reverberaba con una naturalidad digna de asombro.
Las sorpresas siguieron con la puesta en escena de Los Autócratas, tan desenfadada y desvergonzada como sus canciones, que recuerdan a los TCR, o a los Talulah Gosh más cañeros. Sus letras divertidas sobre plagas zombis y películas de serie B estuvieron en consonancia con ese bombo decorado con una pegatina de Agujero Negro de Charles Burns (guiño indirecto hacia el público amante de lo raro); hay que tomar buena nota de ellos, porque saber defenderse ante el sándwich de rock sucio y salir arrancando las sonrisas al público es de buena nota. Viva el buen rollo.
Acabaron los toledanos Phantom Crest, con su garage punkarra (que no es lo mismo que punk garajero) que encendió al público. Y con ellos llegó la tercera sorpresa de la noche: tuvieron el gran gesto (que contó con la aprobación en forma de jolgorio del público) de tocar una versión del temazo de El Camino “gran ojo del mar”. Además, volvieron a dar su toque a ese “creo que te voy a dejar” de El Niño Gusano, y la liaron parda con su himno “Radical in the Madrigal”. Tal fue la intensidad que hubo bis, con “un it” para todos los públicos.
Gran inauguración, gran público, grandes grupos.
Bienvenidos, Monasterio de Cultura. Que sea el principio de una larga carrera plagada de conciertos.
Crónica por Moon.
Fotografía por Abel Rodriguez y Ana López